Apenas miden un par de milímetros, pero en un solo segundo pueden dar un salto de casi dos metros. Durante años, los científicos se han mostrado perplejos ante la increíble habilidad de las pulgas para brincan. Sin embargo, una investigación, liderada por especialistas de la Universidad de Cambridge, parece haber encontrado la solución al misterio.
El estudio, que aparece publicado en The Journal of Experimental Biology, señala que estos animales se impulsan con sus “pies” (una zona llamada tarso). Para ello, transmiten la energía que se encuentra en el tórax a través de sus patas, que actúan como palancas. De esta manera, pueden ser lanzadas a velocidades de hasta 1,9 metros por segundo.
En 1967, Henry Bennet-Clark descubrió que las pulgas almacenaban la energía necesaria para catapultarse en el aire gracias a un “cojín” elástico hecho de resilina, una proteína que tienen los insectos y que les da movilidad. Miriam Rothschild, por el contrario, creía que el truco estaba en las rodillas de los insectos, pero, como le había ocurrido a su colega, tampoco tenía acceso a los equipos de grabación de alta velocidad que podrían resolver el problema.
Pero la duda ha sido resuelta en un laboratorio de Cambridge. “Siempre habíamos estado desconcertados por este debate y no entendíamos cómo no había sido resuelto”, señaló Gregory Sutton, uno de los investigadores. “Casualmente, teníamos un conjunto de pulgas, así que decidimos intentar resolver la cuestión”. Decididos, los investigadores grabaron a las pulgas con una cámara de alta velocidad, y descubrieron que los insectos se empujaban con los dedos de sus pies (tarsos).
“Nos preocupaba lo difícil que sería hacer la película, porque estamos acostumbrados a filmar langostas, que son mucho más grandes que las pulgas”, admite Sutton, pero él y su compañero, Malcolm Burrows, quedaron asombrados cuando notaron que las pulgas eran unas excelentes actrices. Las pulgas se quedaban completamente inmóviles en la oscuridad y sólo saltaban cuando las luces se encendían. Registraron 51 saltos de diez pulgas.
El estudio, que aparece publicado en The Journal of Experimental Biology, señala que estos animales se impulsan con sus “pies” (una zona llamada tarso). Para ello, transmiten la energía que se encuentra en el tórax a través de sus patas, que actúan como palancas. De esta manera, pueden ser lanzadas a velocidades de hasta 1,9 metros por segundo.
En 1967, Henry Bennet-Clark descubrió que las pulgas almacenaban la energía necesaria para catapultarse en el aire gracias a un “cojín” elástico hecho de resilina, una proteína que tienen los insectos y que les da movilidad. Miriam Rothschild, por el contrario, creía que el truco estaba en las rodillas de los insectos, pero, como le había ocurrido a su colega, tampoco tenía acceso a los equipos de grabación de alta velocidad que podrían resolver el problema.
Pero la duda ha sido resuelta en un laboratorio de Cambridge. “Siempre habíamos estado desconcertados por este debate y no entendíamos cómo no había sido resuelto”, señaló Gregory Sutton, uno de los investigadores. “Casualmente, teníamos un conjunto de pulgas, así que decidimos intentar resolver la cuestión”. Decididos, los investigadores grabaron a las pulgas con una cámara de alta velocidad, y descubrieron que los insectos se empujaban con los dedos de sus pies (tarsos).
“Nos preocupaba lo difícil que sería hacer la película, porque estamos acostumbrados a filmar langostas, que son mucho más grandes que las pulgas”, admite Sutton, pero él y su compañero, Malcolm Burrows, quedaron asombrados cuando notaron que las pulgas eran unas excelentes actrices. Las pulgas se quedaban completamente inmóviles en la oscuridad y sólo saltaban cuando las luces se encendían. Registraron 51 saltos de diez pulgas.
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